L.B.

No vuelvas. En recuerdo. Con la cabeza gacha y un haz bajo la manga del corazón. No digas que no es tarde. Ni beses esta canción. No pidas cuentas al tren fantasma que hace parada en mi estación. No vuelvas. No llores cuando hables de mis ojos. Del abismo ingobernable que te espía de madrugada. Ni apuestes ni te quedes sentado. No untes de esperanza las suelas de mi avión. No rías con soltura ni agites la cordura en mis bolsillos. No hables de trenes ni despedidas precocidas. No vuelvas Abril que aún duele su marea agitándose en mi pecho.
Ni verbo ni escalera. Vagón de cartón piedra. Tú decías de futuros y doncellas. Yo apostaba una cometa oval al cielo de tu voz. Y te vi. Tantas tardes de auscultarle los agravios a tu sol con dilema. Horas inciertas. Avenida lo que tú digas.
No vuelvas. Sin premura. Barquito, al contrabando de un amor color manzana de estación. Que hoy es un día normalmente grisáceo. Un día en que todos han elegido partir. Guerreros lúcidos que vuelan insensatos a tus pies pequeñitos. Y se creen que mucho saben. Que te escogen y te conocen. Mientras tú, bocanada de carbono, dices nada. Dices todo.

Ni acierto ni traspiés. Poco adecuado el atuendo de gala de mi difunto te quiero. Trepas por hilos rojos las pupilas de un adiós. Yo sospecho. Tú conspiras. Ninguno empina el corazón.

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