Díselo a la luna
Cuando despiertes
A orillas de tan compleja
Curvatura
Cuando despiertes
Con el alma empapada
De besos a deshora
A pies juntillas
Díselo azul
Pierde el aliento
A la cuenta de dos
A la cuenta de tres…


Te escribo
Para ti escribo
Con sal en los ojos
Enrojecidos de preguntas
Para ti,
Con tus horas disparejas
Disfrazada de princesa
Tropiezo
En español tropiezo
Y nos abrazo
Presos del olvido
Recuerdas Abril?
Entonces
Esta tinta indeleble
De las cosas que no se dicen
Que mueren lentas
En la memoria
Para ti,
Bola de fuego
Malabares con tu risa
El llanto de los perros
De los cachorros
Sobrecogidos
Me expongo a tu saliva
A los ronquidos
Del amor
De la noche
Protectora
Invasiva
Recuerdas mis ojos?
Para ti,
Desde una duda
Duda vivir.
Dónde estabas
En abril
Horas rojas
Rotas
Resquebrajadas por el sol
Veranos inconcebibles
Piel azul.
Y dónde estabas

Cuando el corazón
Se descompuso
Irremediable
En puntas de pie
La noche
Redonda
Noria.
Dónde
La risa franca
Ojos oscurecidos
Inmenso como el silencio
Nunca pude tocarte
Ajenos y atrevido
Sordo intento
De tenernos
De encontrarnos
En fotos inocuas.
Una mañana que no recuerdo
Olvidé el Corazón en el bolsillo
De tus ojos
Dijiste que volverías
Que un día caminaríamos
De la mano del amor
De ese amor
Fraguado y soso
Sangraste injusto
Sobre mis piernas
Las rodillas astilladas
Las manos también
Y salté
Tantas veces de tu boca
Azucarada
Tibia
Mía
Protegida por las réplicas
Del olvido
No pude volver
Ni esperar
Y nos dejé ir
Como se deja ir
Los veranos de la juventud
Con nombres ilegibles
Por malecones
Quebradizos
Repletos de besos
Simulando amor.

Vino con sus ojos, resolviéndole las horas al dolor. Infestándome la sangre; alcalino el corazón. Y no supe que decir. Vivir…atropellos rojos en las caderas del viento. Tiempo para insistir. Puede que vuelva…Soledad de bastas ralas y caídas. Sucio el instinto. Porque tiene los ojos menos buenos que haya visto yo por aquí. Puede que sí.
A fundirse en mí. A promovernos, correctos y perplejos. En fotos sin amor; fotos de ayer.
Inquietos. De ese verde que amarga la aceituna. Que se enquista en las papilas gustativas de la memoria. Que hubiese sido mejor darnos por perdidos. Pero sus ojos. Psicodélicos. Del verde de la aceituna…De la esperanza.
Mañana

Yo después buscándote
En el futuro
Impostor
Fotos que anticipan
Desarraigo
Soledad.


Flores en el pecho
Condenadas
Al descuido de tus manos
Semejan primaveras
Somos aquello de volver.


El rostro angulado
Caricias atípicas
Después de mañana
Insomnes y cautos
Menos gruesos

Amenos.
De repente tú

Insolente

Como el viento...

La noche más triste
En sus mejillas
Como un favor desabrido
Del invierno
Yo tenía menos años
Menos prisa
Callaba
Con la soltura
De una flor
Yo creía
Yo mentía
Crecíamos
Transeúntes malolientes
En la calle del dolor
No supe decirle
No pude darnos la razón
Y miró
De reojo
Siempre de reojo
Acogiéndome como un cigarro
Como una foto exorcizada
En su vientre azul
Cóncavo
También me quiso
Como a lo inevitable
Como a lo prohibido.
Te pierdo
Aguamarina
Luna sucia
Descalzo el invierno
Desandamos recuerdos
Y días
Pocos lógicos
Amenos en las sienes
Del alba.

Caigo
Y tú
Parafraseando la noche
Hada políglota
El horizonte es un agujero
En la garganta.

Se excusa
El favor de sus labios
Superpuestos en la barriga
Del insomnio
Ajenos
Aguerridos.

Te pierdo
Te pido, dos tintos
En la barra del olvido
A favor
De volver
A auscultar la vida
De tu mano
Por calles brutas
E interminables.
Llovizna rala, menuda
Corta en planos tu mirada
Se cruza de brazos un silencio incómodo
Que me advierte
Desnuda
Dormida, en tu boca hogar
En tus labios ciudadela fosforescente
Atropellas
Gente sin nombre
Entre edificios insostenibles
Perdida la noción de las horas
El reflejo de la tarde
Nos devuelve desnudos
Residuales.

En planos tus ojos
El verde de los recuerdos
Atesorábamos reveses
Y la angustia era un baile puntual
En el pecho

Prohibidos e injustos
Cuando se hable de volver…
Perfecto mundo. Algas rosáceas en los ojos de la luna. Nos mira. Nos vigila. Hablo con las manos frías. Hablas de princesas que se aburren en primavera. Pies. Piel. De canela el corazón. Grande como yo. Como la boca del dolor. Labios de conejo. Blanquecino es el invierno que recuerdo desde aquí. Un mueble sin sentido. Al sur de lo que debo. Te espero. Mundo pálpito. Perfecto y empedrado. Dícese de un día y amaneceres en plural. Yo te abrazo. La soledad es un vidrio de aumento. Ríes sin vida. Y se apura, el dolor articular de las fiestas. Doce espinas tienes en el cuerpo. Las sienes secas. Mundo. Perfecto y asimétrico. Yo no sé volver. Desde que hace noche en mi cintura. Tú decías, aliento a uva. Yo esperaba, azul, vivir. Y era inminente que duela. Y que poco se sabía…



Sabes, mientras te observaba jugar reparé en la manera como las personas con los años no solo nos vamos encogiendo físicamente por la pérdida de liquido sino también como lo vamos haciendo por dentro. Dejamos de subirnos al árbol más alto porque hemos ido perdiendo el ingenio y tememos caer y lastimarnos. Ya no hacemos grandes fogatas con amigos y familiares pues nos empezamos a regir por un reconocido dicho que dice que quien con fuego juega se quema. El único dicho que tú conoces y repites el día entero es "que todos para uno y uno para todos". Hoy quisiera ser tan grande como tus amigos y tu, que con apenas 5 reducen el *mundo a deformes figuras geométricas hechas con tiza en la acera de enfrente. Cuando juegan a las cartas tú no escondes ninguna bajo la manga. A los adultos, en cambio, nos cuesta seguir apostando y nos la pasamos sentados esperando que nuestras ganancias emocionales y materiales se reproduzcan bajo un colchón imaginario en el que nunca conseguimos descansar del todo. Ya no escribimos cartas a Santa porque él no tiene email; tampoco tiene skype o blackberry. No dejamos las muelas que vamos perdiendo bajo la almohada porque ya no usamos una desde que el quiropráctico nos dijo que hace daño a la columna. No jugamos a las escondidas por temor a que nadie nos encuentre .Y no dejamos que nos ampayen porque de ser así…….. Quien podrá salvarnos?
En cambio tú me conquistas con una *plancha quemada a todo pulmón que me recuerda que hacer el ridículo puede ser un buen motivo para volver a empezar.

Los adultos hemos aprendido a sonreír en pasado perfecto porque todo parece indicar que un día antes que hoy todo estaba mejor. De tu silencio aprendo que con los años retenemos tanto sodio como te quiero, dos sucesos que coincidentemente dañan al corazón. Dejamos de inflar globos por temor a añadirle una grieta más a la envoltura de la cara. Preferimos no embarramos con helado de chocolate y lo comemos a toda prisa para que no se nos derrita en las manos; por eso pocas veces quedamos satisfechos, porque al cerebro le llega la noticia del helado de chocolate más tarde que a nuestras caderas. Así como vez los adultos empleamos la mayor parte de nuestro agitado día enquistados en un pasado que nunca termina de irse y queriendo a todo precio moldear a nuestro antojo un futuro que no nos pertenece más que en la imaginación.

Ayer por la tarde cuando te lleve a la playa a jugar me enseñaste que no importa cuántas veces una intrusa ola derribe tus castillos, hay que insistir y seguir levantándolos de buena gana y con mejores cimientos. Y quizá esto responda mejor a tu pregunta de por qué los ancianos lucen pequeños y encorvados. Tal parece que a la adultez y la posterior vejez irónicamente traen consigo una gran dosis de cobardía al punto de que no nos hemos vuelto a balancear en un columpio, mientras tú lo haces y casi podría asegurar que tocas el cielo con las yemas de los dedos. Por eso admiro tu grandeza; porque te lanzas por la resbaladera más alta del parque sin ver si alguien espera por ti ahí abajo, mientras los adultos muchas veces constituimos un hogar con tal de que alguien nos espere en casa al volver del trabajo. Y vivimos asumiendo que el mundo debe funcionar en base a nuestras necesidades y expectativas, regidos por los compas de un reloj de pared mientras a ti te estorba cualquier cosa que lleve batería, pila o arena en otra parte que no sea entre los dedos de los pies.

A veces quisiera tener tu coraje para tocarle la puerta a ese amigo con quien perdí contacto y decirle cuanta falta me hace compartir con él mis vivencias. Con la edad he aprendido que una nunca sabe cuándo será la última vez que cruce una puerta, y a pesar de eso cuando estamos dolidos nos creemos con derecho a todo. Pequeña como ves la edad nos vuelve tan "precavidos" que vivimos tomando medidas y acabamos confeccionando el disfraz perfecto para habitar un mundo que no deja de quedarnos grande.

Nunca olvidare hoy, mientras triturabas unos caramelitos de colores con tu tenedor de plástico, dijiste que en realidad estabas triturando estrellas; todas menos una. Al preguntarte porque dejabas una intacta respondiste que aquella era a la cual le habías pedido un deseo y estaba en el cielo. Entonces cerré los ojos y pedí el mío, fugaz como la niñez.
Te vi
Azul
Entre velas
Torpes y flácidas
Apostando la luz de mis días
Al 21 de un olvido cancerígeno
Y bestial.

Mangas largas
Corazón constelado
Una fotografía en blanco y negro
En la solapa.
Perdías años transcribiendo
La noche sobre la piel de mi vida
Mis años, pareciéndose a tus ojos dormidos.

Te vi
Etéreo
Pentagonal
Atragantado de imposibles
Y cometas ovales en un cielo nauseabundo e ictérico
Pareciéndote al rencor

Cabellera de arcángel
Piloteabas con los dientes la nave
Más triste del sol
Verano roto
Coleccionando fechas de vencimiento
En certezas de adiós

Cereza. Rizo de porcelana, Yo te vi.
Habilitando ceros
Deshilachando sumandos
Producto insoluble de mis horas Abril.

330

Te miro
Flor etérea
Cielos infinitos
Gravedad menos uno

Te extraño
Y no debería
Confundiéndote con
El ruido de mis ojos
Duermo sola en tu garganta

Te regalo
Jardines del color de
Mis labios
Beso lo que escoges
Y lo que callas
Olvido vivir

Y te sostengo
En un pacto sordo con la noche
Con la piel
Con el alma
Amarrándonos al cometa
Más triste del verano
En que nos vi
Por vez primera.

d...


Hoy prefiero verte así
Desandar el camino rosa
Que la lluvia dibujó para
Los dos
En días menos buenos
Quizá pérfidos

Besarle las manos
A tu silencio
De azúcar oscura
Frenesí
Mientras tú dices
Que crees que hablas
Y hablamos de mordernos
Los labios

A dos cuerpos de distancia
Distante como el suspenso
En tu mirada
Y adorarte
Desde los blancos de la memoria
Desde un futuro
Sin navidades
Ni hedores ponzoñosos…

Dedos de cristal
Tendiéndonos al sol
Nos conocimos una tarde
De
Como una foto en blanco
Y negro
Sin bordes
Ni promesas

Me enseñaste
A decir tu nombre
Dolor


Por eso hoy
Prefiero verte
Así…
Sin rima, sin prisa
Apurándome la vida.

LB

Ayer
Por accidente
Vi llover
Desde tus ojos
El aplauso
Triste de
La tarde
Salpicó miza zapatos
De tacón
No supe que decir…olvidar era un verbo mal aprendido en la tarea de volver a algún lugar.
Yo buscaba tus manos
Y la piel emprendía la retirada
Sin cobija
Sin después
A dos pies de asaltarle la sonrisa a tu llanto
v i llover
Desde tu ojos
Galopaste en mi sangre
Y la felicidad fue
Proporcional al azul
De tus pestañas

Fue lo más cierto
Que tuve alguna vez
Instantes suspendidos
Como circunferencias de ensueño
Atestiguando a mi favor

Llovías
Y yo en ti.

...

Hoy el día nació blanco. Crepúsculo y alcantarilla. Blanco desde una luna prohibida pero marchita; marchita doblemente abolida. El viento sincrónico y cortante le dobló la cara a una fotografía en blanco y negro que tomamos en aquel viaje que nunca hicimos. Blanco también. Atrincherado en árboles coposos que lo dejaron entrever, de reojo y sin esfuerzo. Pestañeo lento y espeso. Ojos cafés. Un día de fiesta. Luces de colores acodándose en las nubes de tu cielo veinteañero. Tan azul, tan Abril. Ibas de gala. De espalda a mi lente romboidal y quimérico. Pasito de ave. Ave de múltiples cabezas; plumas cortas y burlescas. Pero el día amanecía blanco y distendido entre burbujas que rozaban tu cuello de bicho multiforme. Ávidos de tanta risa, el temporal de tu recuerdo y yo. Posé mis años en orden de inquietud sobre su lomo desbordante y atrevido. Día tibio. Día grandilocuente. Cubierto de un inusual vaho donde imprimí un gesto equivocado simulando una caricia en tu frente. Hoy el día se deshizo en hilos tricolor, mimetizado con el ozono y el carmesí de la memoria. Pies en espiral, sonrisa maquiavélica. Día blanco. Orilla del después.