Vino con sus ojos, resolviéndole las horas al dolor. Infestándome la sangre; alcalino el corazón. Y no supe que decir. Vivir…atropellos rojos en las caderas del viento. Tiempo para insistir. Puede que vuelva…Soledad de bastas ralas y caídas. Sucio el instinto. Porque tiene los ojos menos buenos que haya visto yo por aquí. Puede que sí.
A fundirse en mí. A promovernos, correctos y perplejos. En fotos sin amor; fotos de ayer.
Inquietos. De ese verde que amarga la aceituna. Que se enquista en las papilas gustativas de la memoria. Que hubiese sido mejor darnos por perdidos. Pero sus ojos. Psicodélicos. Del verde de la aceituna…De la esperanza.

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