Dónde estabas
En abril
Horas rojas
Rotas
Resquebrajadas por el sol
Veranos inconcebibles
Piel azul.
Y dónde estabas

Cuando el corazón
Se descompuso
Irremediable
En puntas de pie
La noche
Redonda
Noria.
Dónde
La risa franca
Ojos oscurecidos
Inmenso como el silencio
Nunca pude tocarte
Ajenos y atrevido
Sordo intento
De tenernos
De encontrarnos
En fotos inocuas.
Una mañana que no recuerdo
Olvidé el Corazón en el bolsillo
De tus ojos
Dijiste que volverías
Que un día caminaríamos
De la mano del amor
De ese amor
Fraguado y soso
Sangraste injusto
Sobre mis piernas
Las rodillas astilladas
Las manos también
Y salté
Tantas veces de tu boca
Azucarada
Tibia
Mía
Protegida por las réplicas
Del olvido
No pude volver
Ni esperar
Y nos dejé ir
Como se deja ir
Los veranos de la juventud
Con nombres ilegibles
Por malecones
Quebradizos
Repletos de besos
Simulando amor.

Vino con sus ojos, resolviéndole las horas al dolor. Infestándome la sangre; alcalino el corazón. Y no supe que decir. Vivir…atropellos rojos en las caderas del viento. Tiempo para insistir. Puede que vuelva…Soledad de bastas ralas y caídas. Sucio el instinto. Porque tiene los ojos menos buenos que haya visto yo por aquí. Puede que sí.
A fundirse en mí. A promovernos, correctos y perplejos. En fotos sin amor; fotos de ayer.
Inquietos. De ese verde que amarga la aceituna. Que se enquista en las papilas gustativas de la memoria. Que hubiese sido mejor darnos por perdidos. Pero sus ojos. Psicodélicos. Del verde de la aceituna…De la esperanza.
Mañana

Yo después buscándote
En el futuro
Impostor
Fotos que anticipan
Desarraigo
Soledad.


Flores en el pecho
Condenadas
Al descuido de tus manos
Semejan primaveras
Somos aquello de volver.


El rostro angulado
Caricias atípicas
Después de mañana
Insomnes y cautos
Menos gruesos

Amenos.
De repente tú

Insolente

Como el viento...

La noche más triste
En sus mejillas
Como un favor desabrido
Del invierno
Yo tenía menos años
Menos prisa
Callaba
Con la soltura
De una flor
Yo creía
Yo mentía
Crecíamos
Transeúntes malolientes
En la calle del dolor
No supe decirle
No pude darnos la razón
Y miró
De reojo
Siempre de reojo
Acogiéndome como un cigarro
Como una foto exorcizada
En su vientre azul
Cóncavo
También me quiso
Como a lo inevitable
Como a lo prohibido.